ACTIVIDAD DE SUBORDINACIÓN
X: Oración subordinada
X: Proposición 1
X: Proposición 2
X: Proposición 3
X: Proposición 4
X: Proposición 5
X: Conector lógico semántico
X: Nexo
X: Oración subordinada parte de alguna de las proposiciones
EL
MITO DE SÍSIFO Albert Camus
Los dioses habían condenado a Sísifo a rodar sin cesar una roca
hasta la cima de una montaña desde donde la piedra volvería a caer por su propio peso.
Habían pensado con algún fundamento que no hay castigo más
terrible que el trabajo inútil y sin esperanza.
Si se ha de creer a Homero, Sísifo era
el más sabio y
prudente de los mortales.
No obstante, según
otra tradición, se inclinaba al oficio de
bandido.
No veo en ello
contradicción.
Difieren las opiniones sobre los motivos que le convirtieron en
un trabajador
inútil en los infiernos.
Se le reprocha,
ante todo, alguna
ligereza con los dioses.
Reveló sus secretos.
Egina,
hija de Asopo, fue
raptada por Júpiter.
Al padre le asombró esa desaparición y se quejó a
Sísifo.
Éste,
que conocía el rapto, se ofreció a informar sobre él a Asopo con la condición
de que diese
agua a la ciudadela de Corinto.
Prefirió la bendición del agua a los rayos celestes.
Por ello le castigaron enviándole al infierno.
Homero nos cuenta también que Sísifo había encadenado a
la Muerte.
Plutón no pudo soportar el espectáculo de su imperio desierto y silencioso.
Envió al dios de la guerra, quien
liberó a la Muerte de manos de su vencedor.
Se dice también que Sísifo, cuando estaba a punto de morir, quiso
imprudentemente poner a prueba el amor de su esposa.
Le ordenó que arrojara su cuerpo sin sepultura en medio de la
plaza pública.
Sísifo se encontró en los
infiernos y allí irritado por una obediencia tan contraria
al amor humano, obtuvo de Plutón el permiso para volver a la tierra con
objeto de castigar a su esposa.
Pero cuando volvió a ver este mundo, a gustar
del agua y el sol, de las piedras cálidas y el mar, ya no quiso volver a
la sombra infernal.
Los llamamientos,
las iras y las advertencias no
sirvieron para nada.
Vivió muchos años más ante la curva del golfo, la
mar brillante y
las sonrisas de la tierra.
Fue necesario un decreto de los dioses.
Mercurio bajó a la tierra a coger al audaz por la fuerza, le
apartó de sus goces y
le llevó por la fuerza a los infiernos, donde estaba ya
preparada su roca.
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