ENTREGA 2 PILEO
ENERO DE 2002 Los enfermos Cayeron dentro del lustroso vaso los dos comprimidos blancos y redondos que, al tocar el agua, comenzaron a burbujear y a descomponerse con celeridad, dándole al líquido, en el cual se encontraban ahora sumergidos un tono blanquecino, un tanto desagradable. El capitán O’Brien, sin dudarlo, bebió el contenido del susodicho vaso en segundos y se notó en su cara que no solo el color de aquella sustancia provocaba disgusto. Dejó el vaso ahora vacío en el fondo del lavaplatos y se alejó de la cocina. Se echó al hombro su maleta verde, voluminosa y pesada, salió al frente de su casa y cerró la puerta con llave, antes de subirse al auto que lo esperaba desde hace unos cuantos minutos. Un ritual similar había hecho la soldado Moore y el soldado Thompson antes de ser recogidos por el mismo vehículo de vidrios oscuros y pintura negro azabache, reluciente. Ni un solo monosílabo irrumpió en el sórdido silencio que se había apoderado del interior de aquel automóvil ...